Y se acabó.
Se está acabando, esto es una realidad. Se acaba, si, el verano.
Se acaban todas esas mañanas perdidas por levantarnos a altas horas de la tarde, esas mañanas en las que te levantas y lo primero que haces es planear lo que vas a hacer esa mañana para no desaprovechar ni un día de tu verano.
Se acaban esas tardes en las que, el comer tarde, te inquieta por un simple motivo ''¿Llegaré tarde?'', esas tardes interminables en las que el no parar de reírse es ya una costumbre.
Y lo peor de todo, volvemos a la rutina, esa rutina que ahora me da miedo, esa rutina que puede ser capaz de romper todo lo que hemos construido este verano, todo esto, nosotros.